Escrito por: Luisa Rangel, Fotografía: Yorch Sans, Grooming: Gio Moros
En Maracaibo, Venezuela, José Aguirre creció entre libros de leyes y casos que lo llevaron a ejercer como abogado. Desde muy joven entendió que las palabras tienen peso y que una firma puede cambiar destinos. La abogacía le enseñó disciplina, la importancia de escuchar y, sobre todo, a cuidar con precisión la confianza de quienes llegaban a él en momentos de incertidumbre. Esa formación marcaría su vida de una manera inesperada: años más tarde, ya en Estados Unidos, descubriría que esos mismos principios serían el cimiento de un proyecto con el que daría seguridad y certeza a miles de familias hispanas.

Junto a su esposa, Rina Camargo, llegó a este país con lo justo, con la fuerza de la fe y el deseo de empezar de nuevo. Durante sus primeros años trabajó en comercios, mientras observaba una realidad que lo golpeó de frente: la comunidad latina firmaba pólizas sin entender qué cubrían, se enfrentaba a emergencias sin protección y vivía con la angustia de no saber cómo responder a un accidente o a un gasto médico inesperado. Allí, José comprendió que su propósito no era vender seguros, sino traducir confianza. Su misión estaba clara: acompañar a los suyos, enseñarles a tomar decisiones informadas y devolverles la tranquilidad de sentirse protegidos.
Así nació Latinpro Insurance, una empresa que desde hace siete años se convirtió en un puente entre los tecnicismos del sistema estadounidense y la calidez cultural de los latinos. Desde el principio, José supo que no se trataba de contratos, sino de personas. Que un seguro, más allá de un documento, podía significar la diferencia entre la estabilidad y el caos, entre la vulnerabilidad y la certeza.
En cada paso de su liderazgo, José ha mantenido valores inquebrantables: honestidad, responsabilidad y fe. Para él, servir a la comunidad no es un negocio, es un deber. Su visión del liderazgo está anclada en la transparencia, en la cercanía que caracteriza a los latinos y en esa capacidad de hacer sentir a cada cliente como parte de una familia. Como él mismo afirma: “Nuestra cercanía. Los latinos confiamos en quien nos trata como familia, en quien comparte nuestras preocupaciones y nos habla en nuestro idioma. Esa calidez cultural es una herramienta poderosa: cuando un cliente siente que lo entiendes de verdad, se genera un vínculo más allá del negocio.”

En la cultura empresarial que impulsa, hay tradiciones que nunca se negocian. La unión familiar, por ejemplo, no solo se vive en casa, sino también dentro de la empresa: celebran logros, acompañan en momentos difíciles y convierten cada éxito en colectivo. Ese mismo espíritu lo transmiten a sus clientes, que no ven en Latinpro Insurance una oficina fría, sino un lugar donde alguien se preocupa genuinamente por ellos.
Hoy, Latinpro Insurance cuenta con más de 60 empleados y 80 agentes independientes, con presencia en Florida y Texas. Pero para José, el verdadero éxito no está en las cifras. Su visión ha cambiado con el tiempo: ya no se trata de abrir oficinas o sumar clientes, sino de ofrecer estabilidad a su familia, oportunidades a su equipo y tranquilidad a cada persona que deposita su confianza en ellos. “El éxito dejó de ser individual y se convirtió en algo colectivo”, afirma con gratitud.
El desafío actual, reconoce, es adaptarse a las nuevas herramientas digitales sin perder la esencia. La inteligencia artificial y los procesos automatizados permiten ganar agilidad, pero nunca reemplazarán la conversación cercana ni la empatía genuina. “Podemos usar la tecnología como apoyo, pero jamás sustituirá la mano amiga”, dice con firmeza.
En su recorrido como migrante y empresario, José asegura que la mayor fortaleza que le ha dado su herencia hispana es la resiliencia. Esa capacidad de levantarse una y otra vez, de reinventarse sin rendirse, ha sido la clave para construir una empresa sólida en un mercado competitivo. Y es precisamente esa fortaleza la que busca transmitir a otros hombres latinos que comienzan desde cero en Estados Unidos: paciencia, fe y trabajo duro.
Hoy, cuando mira atrás, lo que más valora no son los logros empresariales, sino las familias que duermen tranquilas porque saben que, pase lo que pase, están protegidas. Para José Aguirre, servir a su comunidad es un acto de amor, un legado que honra sus raíces y una forma de convertir la herencia hispana en confianza y solidaridad para el futuro. Y a quienes apenas comienzan desde cero en este país, les deja un mensaje claro: “Que no se desesperen y que no olviden quiénes son. Este país ofrece oportunidades, pero hay que trabajar duro, formarse y ser pacientes. Y lo más importante: mantener la fe y los valores, porque ellos son los que te sostienen cuando parece que todo se derrumba”.