Terence Stamp muere a los 87 años y el cine pierde un rostro cincelado en mármol y una voz capaz de llenar una sala sin subir el volumen. Desde su debut con “Billy Budd” hasta el villano General Zod en “Superman”, su carrera dibuja una línea que conecta clasicismo y rebeldía, belleza y peligro. Stamp fue de esos actores que, con una ceja, cambiaban la temperatura de una escena.

Para recordarlo, cinco interpretaciones que merecen regreso inmediato: la fragilidad luminosa de “Billy Budd” (1962); la elegancia tormentosa en “Far from the Madding Crowd” (1967); la villanía icónica de Zod en “Superman” (1978/1980); el ajuste de cuentas estilizado de “The Limey” (1999); y la sensibilidad transformadora de Bernadette en “The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert” (1994). Cada título revela una forma distinta de magnetismo.





Dónde verlo hoy: plataformas con catálogo clásico y un par de cines boutique que rotan joyas en 35 mm. Recomendación Imagen Miami: empiece por “The Limey” —una lección de montaje y presencia— y cierre con “Priscilla”, que recuerda