La moda siempre ha tenido un romance con lo inesperado. Pero en este verano 2025, una silueta que parecía condenada a las duchas del gimnasio o a excursiones playeras, ha tomado las pasarelas urbanas por asalto: los water shoes. Sí, ese calzado anfibio, funcional y casi clínico, se ha convertido en la pieza más divisiva del momento.
Del mar al asfalto
En un giro que ni los más excéntricos estilistas vieron venir, los water shoes han dejado atrás las playas y piscinas para instalarse, con descaro, en los armarios de las figuras más influyentes del estilo global. La supermodelo Irina Shayk fue una de las primeras en validar esta audaz elección. Durante una salida casual en Nueva York, combinó un conjunto sobrio —falda midi negra, blazer oversized y bolso Hermès— con unos neoprene slip-ons delineados en rosa. ¿El resultado? Un look tan provocador como inesperadamente armonioso.
¿Por qué ahora?
Todo apunta a una saturación estética: tras temporadas marcadas por siluetas recicladas y guiños nostálgicos, el público —y la industria— claman por formas radicales. Los water shoes, con su aura futurista y su perfil funcional, ofrecen un lienzo que conjuga comodidad, ironía y transgresión.
Esta tendencia dialoga con un fenómeno más amplio: la moda ugly-chic. Ya no se trata de embellecer, sino de provocar. Y pocas piezas lo logran como un zapato diseñado para no resbalar en rocas mojadas, ahora elevado al rango de accesorio de culto.
Cómo llevarlos (y no fallar en el intento)
- Minimalismo urbano: combínalos con tonos neutros, faldas estructuradas o pantalones sastre para lograr un equilibrio visual.
- Estética Y2K con giro: úsalos con denim lavado, gafas envolventes y accesorios metálicos.
- Resort reinterpretado: con trajes de lino o vestidos fluidos, aportan un contraste inesperado.
Y si aún dudas, recuerda: si la ciudad de Nueva York los ha legitimado en sus aceras más exclusivas, es porque algo está pasando. Este verano, los water shoes no son solo aceptables —son codiciados.
