Giezi Chacón: La belleza como herencia, el servicio como legado

Escrito por: Luisa Rangel, Fotografía: Alex Luna, Maquillaje y Peinado: Laura Carreras

Giezi Chacón, CEO de Dermacontour Miami y educadora comprometida, es una de esas mujeres que encarna “The Power of Heritage” uniendo belleza, disciplina y sensibilidad, sin dejar atrás de dónde viene. Su historia es la de alguien que descubre su vocación gracias al amor familiar, que transforma la estética en canal de bienestar, identidad y legado.

Desde Maracaibo, Venezuela, Giezi supo que su camino estaría ligado al cuidado, arte y servicio. A los 17 años, recién salida del bachillerato, comenzó su incursión en estética, gracias a esa figura fundamental en su vida: su madrastra. “Ella es quien considero realmente mi mamá”, dice Giezi, “me llevó de la mano a descubrir esta vocación, especialmente en un momento en que me sentía perdida”. Durante esos años, mientras trabajaba en estética, también estudiaba Comunicación Social con mención Audiovisual, una combinación que hoy suma en su forma de ver los negocios de belleza como algo holístico: imagen, contenido, experiencia completa.

En su país, Giezi se formó a fondo: especializaciones en Caracas, viajes frecuentes a México, aprendizajes sobre protocolos, ingredientes y técnicas que conectan con lo tradicional latino. Para ella, todos esos aprendizajes son parte de su identidad profesional. En 2016, con 28 años, decidió migrar a Miami. Fue un punto de inflexión, no fácil, lleno de desafíos: adaptarse, conectar con nuevos clientes, construir una marca con estándares propios. Pero también de crecimiento personal y profesional.

Su herencia hispana, arraigada en valores cristianos: respeto, fe, humildad, forma parte esencial de lo que ofrece. Giezi recuerda los rígidos postulados religiosos con los que creció: no maquillarse mucho, pelo largo, vestimenta modesta. Poco a poco, gracias a su madrastra, esas reglas se transformaron: “Entendí que cuidarse, embellecerse, también es honrar lo que soy, mi origen. Que la belleza física y la espiritual pueden caminar juntas”. Hoy, su servicio luxury no solo se ve en los productos o en los espacios, sino en la experiencia: quiere que cada paciente se sienta entero, cuidado desde adentro también.

Giezi se distingue por concebir cada protocolo como una obra a medida. Para ella, una limpieza profunda no es solo vapor y cremas, sino una experiencia integral que incluye diagnóstico, personalización y momentos de relajación. “Aquí suelen llamar profundo a lo que para mí es apenas básico. Yo quiero marcar la diferencia. Cada tratamiento se ajusta con precisión a lo que la piel verdaderamente necesita”.

Ese “ingrediente secreto” de su herencia se manifiesta también en rituales que muchas veces son olvidados. Giezi menciona el uso tradicional de la clara de huevo, aceite de oliva, mascarillas caseras que en Maracaibo eran parte de la rutina familiar. Esa memoria la incorpora, la adapta con ciencia, con estándares de higiene y eficacia, para que quienes acuden a ella sientan que reciben algo que no solo es moderno, sino también conectado, auténtico.

Además de ofrecer tratamientos faciales y corporales, Giezi es entrenadora y embajadora de marcas que priorizan la calidad y la educación. Cada producto que recomienda va acompañado de formación personalizada, porque su enfoque va más allá de embellecer: busca educar y guiar con responsabilidad. Miami, aunque fue un inicio desafiante empezar de cero, entender el mercado, abrirse camino, hoy representa para ella un espacio de logros tangibles, relaciones genuinas y la certeza de que esta ciudad diversa también puede ser hogar.

Para los jóvenes que quieren seguir su camino en la estética, su consejo es directo: “¿Te apasiona de verdad lo que haces? ¿O solo quieres ganancias rápidas?”. Porque en este oficio, explica, la pasión es lo que se nota, lo que llena los espacios, lo que construye reputación. Sin amor propio hacia lo que haces, sin respeto por los clientes, es muy difícil sostenerse. Para ella, la estética no es un trabajo mecánico, sino un servicio cargado de energía y sensibilidad.

Giezi define la belleza no solo como lo que se ve, sino como lo que se transmite. “Para mí, la belleza es interna: los valores, la energía, el respeto contigo mismo y con los demás. Eso es lo que realmente hace que una persona brille”. Ser venezolana significa para ella llevar consigo esos contrastes: la dureza de las dificultades, pero también el calor de los recuerdos, la resiliencia, la creatividad, el sabor de la vida.

Hoy, su sueño profesional se levanta sobre la educación: abrir una escuela de estética que marque un estándar en Estados Unidos, elevar el nivel de capacitación, fusionar técnicas tradicionales con innovación, formar personas que no solo trabajen bien, sino que transmitan autenticidad. Porque en su historia, cada tratamiento, cada técnica, cada ritual, lleva impreso algo que no imagina: el eco de una herencia que no se olvida.