Este domingo el mundo de la literatura perdió a uno de sus más grandes narradores. Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura y figura clave del llamado «boom latinoamericano», falleció a los 89 años en Lima, Perú, rodeado de su familia. La noticia fue confirmada por su hijo Álvaro, quien compartió un emotivo mensaje en redes sociales: “Nuestro padre ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz”.

Vargas Llosa no solo fue autor de novelas inolvidables como La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral, La fiesta del chivo o El sueño del celta. También fue un pensador apasionado, un polemista agudo y un defensor incansable de la libertad.
Nacido en Arequipa en 1936, fue protagonista de una de las épocas doradas de la literatura latinoamericana, compartiendo escena con nombres como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. Con su pluma retrató desde los entresijos del poder hasta los dilemas más íntimos del ser humano.
Su obra más reciente, Le dedico mi silencio, publicada en octubre de 2023, fue su despedida de la ficción. Y como todo en él, hasta su retiro tuvo un carácter firme: sabía cuándo poner el punto final.
Además de escritor, Vargas Llosa fue también figura pública. En 1990 se postuló a la presidencia del Perú, protagonizando una de las campañas más comentadas del país. Aunque no ganó, su incursión marcó un capítulo más de su vida intensa y multifacética.
En su despedida, la familia anunció que no habrá actos públicos, cumpliendo su deseo de un adiós íntimo, en la privacidad del hogar y rodeado de los suyos.
Se va el hombre, queda el legado. Las palabras que nos dejó, esas que siguen despertando preguntas incómodas y reflexiones profundas, seguirán vivas mucho después del silencio. Vargas Llosa ya es, sin duda, parte eterna de la historia de la literatura universal.