Águeda López: «Hay más tiempo que vida». La niña que miraba al sol y construyó su propio cielo


Estamos acostumbrados a medir el éxito con la vara del reconocimiento externo, Águeda López se ha encargado de redefinirlo desde la intimidad de su historia. Modelo internacional, madre, escritora, mujer resiliente y espiritual, Águeda no solo ha conquistado pasarelas y portadas, también ha conquistado su propia narrativa.

Desde su niñez en Hornachuelos, un pequeño pueblo en Córdoba, España, supo que quería algo distinto. Su refugio era un armario, decorado con recortes de modelos y sueños imposibles. «Siempre fui una niña con muchos sueños. Soñaba con desfiles, con Nueva York, con París. Soñaba con salir de mi pueblito y ver el mundo.»

Y lo hizo. No sin antes vivir un camino lleno de obstáculos, silencios, acoso escolar y la sensación constante de no encajar. «No pertenecer me enseñó a revelarme. A soñar distinto. A buscar mi lugar sin pedir permiso.»

En 2025, su debut como autora con La niña que siempre miraba al sol sacudió las estanterías y los corazones. La novela de auto ficción, escrita en tercera persona, narra su infancia desde el personaje de Alma, una decisión que tomó con conciencia: «Pensé que, si la contaba desde otro personaje, más gente podría identificarse. No es solo mi historia. Todos hemos sentido que no encajamos, que no podíamos, que nos apagaban los sueños.»


Águeda, ¿cuál fue el momento en que sentiste que los sueños de esa niña se habían cumplido?
Los de esa niña de ocho años están cumplidos: desfilé en Nueva York, en París, viajé por el mundo, formé una familia hermosa, pero los sueños no paran, porque esa niña creció, tuvo 12, 14, 20… y sigue teniendo sueños. Y sigo luchando por ellos.

Pero más allá del brillo de las pasarelas, la escritura se convirtió en una vía poderosa de expresión. Su libro no nació para ser éxito editorial, sino como un acto de sanación y verdad. «Lo escribí durante las noches, en silencio, como quien se habla a sí misma en voz baja. Y me sorprende lo mucho que sana a otras personas también. Me llegaron mensajes de mujeres que se sintieron vistas, escuchadas. Ese fue el verdadero éxito.»

¿Cómo ha sido para ti transitar de las pasarelas a las páginas?

Escribir fue un acto de valentía. No se trataba de la apariencia, sino de abrir el alma. Y ahí entendí que también podía inspirar desde otro lugar: desde la vulnerabilidad, no desde la perfección. Durante años aprendí a comunicar desde la imagen, desde el silencio elegante de una pasarela. Pero las palabras me enseñaron otro ritmo, otro lenguaje.


¿Qué te motivó a escribir este libro ahora y no antes?
Entendí que la vida se trata de compartir aprendizajes, no logros. Antes quería contar mi historia. Hoy quiero que mi historia sirva para que otros cuenten la suya.  Además, sentí que había llegado a un punto en el que podía ver mi pasado con compasión, sin dolor, y eso me dio una perspectiva distinta.

Su historia con Miami tiene un punto de inflexión inesperado. Una parada de dos días en la ciudad, camino a Madrid, la llevó a tocar puertas sin experiencia, sin inglés fluido y con un portafolio limitado. Todas se cerraron. Hasta que un taxista colombiano la escuchó llorar y le dio el mejor consejo de su vida: «Haz la milla extra». Volvió a la agencia, perdió su vuelo, pero ganó una nueva vida.” Recuerdo que me bajé del taxi, volví a tocar la puerta de la agencia, y esta vez me recibieron. No tenían por qué hacerlo, pero lo hicieron. Me dieron una oportunidad, y esa oportunidad cambió todo. Ese taxista no sabe lo que hizo por mí, pero pienso en él todos los días. Esa frase se me quedó tatuada”.

¿Qué significa Miami para ti hoy?
Es la ciudad que hizo que todos mis sueños se hicieran realidad. Me enseñó a crecer, a creer en mí misma, a empezar de cero. Miami me transformó.

Esa ciudad que fue escenario de tropiezos y despegues es hoy su hogar emocional. “Aquí me hice madre, aquí lloré a mi padre, aquí aprendí a que se puede renacer las veces que sean necesarias.” Miami no es solo una ciudad, es un símbolo en su biografía.

Pero no todo ha sido glamur. La pérdida de su padre en 2020 la cambió para siempre. «Hablé con él el 31 de diciembre. Murió el 1 de enero. Me di cuenta de que no hay que dejar las cosas para después. El tiempo es ahora.»

Mi papá siempre me decía: «Hay más tiempo que vida». Esa frase se me quedó grabada para siempre. Me dejó su reloj funcionando… y él ya no estaba. Desde entonces vivo con urgencia, sin postergar lo que me hace feliz.

Ese reloj, dice, es uno de los objetos más valiosos que posee. No por lo material, sino por lo simbólico. “Él se fue, pero el tiempo siguió corriendo. Fue un recordatorio brutal de que la vida no espera. Desde entonces, no postergo nada que me haga feliz.”


¿Qué cambió en tu forma de vivir a partir de ese duelo?
Todo. Ya no espero a tener tiempo. Si algo me hace bien, lo hago. Si amo a alguien, se lo digo. Si tengo un proyecto, lo arranco. Aprendí que la vida no se mide en años, sino en intensidad.

Hoy, Águeda ha cambiado la forma de construir proyectos. Escribe en silencio, trabaja sin anunciar. Su libro lo terminó antes de decírselo siquiera a su esposo. No es estrategia: es esencia. “No me gusta hablar de lo que estoy haciendo hasta que no lo tengo en las manos. Solo hablo de mis proyectos cuando ya están finalizados.”

¿Qué es el éxito para ti ahora?
Tener paz. Espiritual, mental, en casa, en el trabajo, con la gente que me rodea. El éxito no es la fama ni los viajes: es sentirte en paz contigo y con los que amas. Me siento una persona muy afortunada. Tengo una familia hermosa, un hogar donde hay amor, respeto y verdad. Trabajo con personas que me cuidan, como mi publicista Nathaly, y tengo amigos que son como mi refugio. Para mí, eso es éxito. Rodearme de gente bonita, auténtica, que quiere lo mejor para mí y a quienes yo también deseo lo mejor. Vivir así, en equilibrio, es lo más valioso.

¿Cómo manejas el equilibrio entre una imagen pública y tu autenticidad personal?

“No tengo un personaje. Soy yo. La misma que ves maquillada en una pasarela es la que está con sus hijos en pijama en casa. Y eso me ha costado mucho, pero me ha hecho libre”.

Y mientras Águeda lo dice, se nota que esa libertad no fue inmediata ni automática. Detrás de esa afirmación hay una historia de expectativas, de momentos en los que quizá también sintió que debía mostrarse impecable ante el mundo. Pero su elección ha sido otra: abrazar su lado más humano, mostrarse real.


Su belleza, a pesar de ser evidente, no es su bandera. «He conocido chicas bellísimas que se sienten vacías. La belleza real es el alma. Lo que cultivamos dentro. Por eso conecto con Dios, con el universo, con la oración. Si no tuviera esa base espiritual, no sería lo que soy.»

Ese trabajo interior no es accesorio, es prioridad. Asiste a talleres de meditación, practica afirmaciones, y encuentra en la fe una brújula que le da sentido a lo superficial. “En una industria tan enfocada en la imagen, mi alma es lo que me ancla.”

¿Cómo es tu rutina para mantener ese equilibrio interior?
Cada día necesito silencio, aunque sea un rato. Orar, escribir, agradecer. Me gusta caminar sola, sin celular, para oír lo que no se oye con ruido. Eso me conecta con mi centro.

Como madre, observa más que pregunta. Aprende a leer energías, a respetar silencios. «Me gusta recogerlos del colegio, no siempre los niños quieren hablar. Pero hay que estar atentos a cómo se suben al coche: si van tristes, cansados, felices… Ahí está la clave.»

 ¿Qué tipo de madre quieres ser para tus hijos?
Quiero que me vean como una aliada. Que sepan que no tienen que esconderse para ser quienes son. Que sus emociones son válidas. Que pueden contarme lo que sea, aunque no siempre tenga las respuestas. Ser madre es aprender a observar y a no juzgar.

La maternidad, reconoce, es su mayor maestra. “Mis hijos me han enseñado a ver el mundo con otra sensibilidad. Me han obligado a revisar mis sombras y sanar lo que no quiero heredarles.”

¿Qué legado te gustaría dejar?
“Quiero que cuando alguien piense en mí, piense…dejó un mensaje bonito. Que alguien lea el libro y diga: bueno, ella pasó por esto, pues yo que estoy pasando por esto también lo puedo hacer. Quiero que mis hijos cuando crezcan y piensen en mí, en su madre, piensen en una mujer fuerte”.

Águeda López ha aprendido a derribar etiquetas. No es «la esposa de» ni «la modelo de tal edad». Es escritora, madre, mujer que sueña en voz alta y actúa con los pies firmes. «Yo llegué a París cuando tenía 35 años, no a los 18, y la gente pensaba que estaba loca. Me decían: ‘¿Cómo vas a ir a París ahora?’ Pero fue mi mejor momento, porque llegué con otra cabeza, con más temple, sin ansiedad por agradar. Ya no buscaba validación: buscaba propósito.»

¿Qué mensaje le darías hoy a las mujeres que están reinventándose, comenzando de cero, o enfrentando un cambio profundo?
Que no se rindan. Que no hay una sola forma de hacer las cosas. Que, si algo se cae, es porque algo mejor está por venir. Y que cuando una mujer se pone valiente, la vida responde. Pero, sobre todo, que no se comparen. Las comparaciones nos roban el gozo del presente. Cada proceso es distinto, cada mujer lleva una historia que merece ser escuchada. Reinventarse no es una línea recta, es un camino lleno de curvas que nos revelan lo que somos capaces de construir desde las ruinas. A veces lo que parece el final es solo un desvío hacia un destino más auténtico.

¿Y qué le dirías hoy a esa niña frente al armario lleno de sueños?
“Que todos esos sueños que guardaba ahí adentro, sí se pueden cumplir. Que no encajar no es algo malo, que, al contrario, es lo que la va a empujar a buscar su propio camino. Que, aunque parezca difícil ahora, eso que la hace diferente, un día le va a abrir todas las puertas”.

Porque a veces los sueños que nacen en silencio, en un armario o en un rincón del alma, son los que terminan construyendo los destinos más valientes. Y la historia de Águeda es prueba de eso. Una historia contada con verdad, desde las luces y las sombras, que hoy inspira a otras mujeres a mirar al sol sin miedo.

Direction: David Rendón Written by: Luisa Rangel Photography: Cleimar López  Makeup & Hair: Javier Martinez Styling: Gio Moros Miami & Saks  Video: Camilo Zaks Jewelry: Brosway