Junio comenzó con un golpe de nostalgia, drama y puro entretenimiento al estilo más latino posible. Karol G, en un giro tan inesperado como fabuloso, presentó “Maldita criada”, un spot audiovisual que revive la estética más explosiva de las telenovelas de los 90 y 2000, con todo y “mechoneadas” incluidas. Lejos de ser solo una campaña promocional para su nuevo álbum Tropicoqueta, este clip se siente como una carta de amor al melodrama que marcó a generaciones enteras.
Con una producción impecable firmada por “Bichota Filmes”, Karol no escatimó en estrellas. En escena aparecen leyendas como Itatí Cantoral —la eterna Soraya Montenegro—, Gabriela Spanic —reina de las gemelas vengativas—, y Ninel Conde y Anahí, íconos indiscutibles de Rebelde. Todas interpretando versiones caricaturescas de sus propios arquetipos, como si el drama hubiera resucitado en clave pop. Y como broche de oro, Ricky Martin en el papel del galán perfecto, aportando encanto, ironía y una presencia que roba suspiros y sonrisas por igual.
La pieza, que rápidamente se volvió viral, ha sido recibida como un regalo para el fandom latino. Comentarios en redes sociales como “¡Nos dio telenovela, nos dio drama, nos dio vida!” o “Anahí mechoneando a Karol es lo que no sabíamos que necesitábamos” reflejan el entusiasmo colectivo. Es más que nostalgia: es un código compartido, una forma de identidad que Karol supo rescatar y renovar con humor, estilo y mucha autoconciencia.
Detrás del chiste, también hay un mensaje emocional. En palabras de la artista, Tropicoqueta es su trabajo más íntimo, una exploración de sus raíces y de todo lo que representa. En ese contexto, “Maldita criada” funciona como un prólogo narrativo. No solo promociona su álbum: introduce un universo. Un lenguaje propio que combina música, visuales y cultura pop en una propuesta total.
Así, junio no solo trae calor y playa en Miami. También nos regala una nueva historia en formato mini novela, firmada por una de las voces más auténticas y poderosas de la escena latina actual. Karol G lo hizo otra vez: nos hizo reír, recordar, cantar y volver a enamorarnos del drama… pero con ritmo.
