Recalculando¿Perdiste algo? ¿Lo perdiste o realmente lo sembraste?

Written by: Felipe Ospina / Hopemaker

Desde las costas de Florida, esta breve columna solo pretende regalar algo de luces para el camino.

Recalculation”, una voz que algunas veces resuena en nuestros móviles mientras nos dirigimos hacia un punto de ‘destino’: recalculando, recalculando, recalculando.

Florida, específicamente Miami, se convirtió en punto de nueva alineación en mi vida desde aproximadamente el año 2015. Ya desde 2010 tenía previsto establecerme aquí para expandir los sueños y logros que ya traía construidos desde Latinoamérica y mi hermosa Colombia. En ese momento, mi deseo era claro: ‘recalcular’ mi destino en un espacio con mayor innovación, accesos y conexión multicultural.

Recalcular puede significar abrirnos a una reflexión constante de nuestra vida: a ajustar nuestros pensamientos, emociones, creencias, visiones y decisiones. Implica reconocer un propósito ausente, enfocarnos en nuestras metas, redefinir sueños y entornos. No es fácil, pero cuando logramos despejar el parabrisas de nuestra propia ruta, nos hacemos un gran favor: alineamos nuestro momento presente con nuestro destino.

La pregunta sería: ¿es momento de recalcular? ¿de abandonar una secuencia de círculos, vías sin sentido, atajos agotadores y calles sin salida? Sí, es muy posible. Especialmente para quienes ya han sentido, desde hace tiempo, que es momento de hacerlo, pero se requiere determinación, valentía y, sobre todo, decisiones.

En algunas culturas, se dice que el vino nuevo no puede ser vertido en odres viejos. Una vasija gastada, marcada por lo antiguo, no está preparada para contener lo fresco: simplemente se rompería. El vino joven representa una nueva alineación, una invitación a renovar el recipiente: nuestra vida, mente y emociones.

La reflexión que deseo dejar es: necesitamos luces nuevas de destino, coordenadas distintas para avanzar, herramientas, instrucciones, pero, sobre todo, el valor de soltar lo viejo.

Eso incluye amarras desgastadas, esas que, con pequeños hilos roídos por el mar, aun detienen en el puerto lo que ya está listo para zarpar por nuevo rumbo…quizás ha llegado el momento de un nuevo comienzo, un rumbo más ligero y esperanzador.

Entonces, muy dentro de nosotros, volveremos a escuchar una frase olvidada pero poderosa: “Hemos zarpado. Lo viejo ha terminado.”

Necesitamos volver a zarpar, ya sea desde las costas de Miami o desde ese punto de inflexión que tú estás buscando. Es momento de iniciar la búsqueda de una nueva imagen propia, de tomar la decisión de decir: “no me quedaré en el mismo puerto. Es hora de alinearme, de comenzar de nuevo. De volver a creer, de desatarme”.

Podríamos escribir un capítulo entero sobre todo lo que compone este maravilloso tema y acciones de alinearnos, recalcular y romper cualquier círculo en nuestras vidas, pero me quiero centrar en dos acciones principales como reflexión final:

  1. Vas a necesitar soltar, con un objetivo principal: desenredarte

Soltar es un acto de inteligencia emocional. No importa si es fácil o complejo: es necesario. Soltar nos permite desenredarnos como artistas, escritores, emprendedores, líderes o deportistas.

Muchas veces, soltar es la única vía para comprender las cosas. Nos impulsa, libera, y sana. Nos guía hacia una recomposición de nuestros planes, sueños y, sobre todo, nos ayuda a entendernos por dentro y por fuera.

Soltar la vieja manera de hacer las cosas: ese socio que te limita, ese círculo estancado, una espiritualidad dormida, hábitos desgastados o la mirada borrosa con la que evaluamos todo. Pero más importante aún, se convierte en la única solución para dar paso al rumbo nuevo que tanto anhelamos.

  • Vas a tener que perder, pero con otra perspectiva

¿Alguna vez has perdido algo? Todos hemos perdido, pero no todos hemos aprendido a entender el poder que puede tener una pérdida.

Suena ilógico, pero tu actitud frente a lo que se va, puede transformar una pérdida en una siembra o un peldaño y, en el peor de los casos, en una escalera rota, hasta que la aceptes y comprendas.

Perder una relación, propiedades, activos financieros, una de tus mejores amistades, algunos o todos tus ahorros duele, pero he aprendido que cuando la vida, tu espiritualidad o Dios mismo, quiere llamar tu atención para que recalcules tu vida o tu rumbo, las pérdidas llegan como maestras.

Quiero que lo entiendas: esto no está mal, no es una catástrofe. Es vital para alinear nuevamente el rumbo, eliminar lo que sobra para darle paso a un espacio nuevo y necesario.

Durante un tiempo observé, en algunos trabajos que realizo con organizaciones o gobiernos, cómo algunas personas sembraban cada año contra todo pronóstico.

Su esperanza y su fe no estaban puestas en el entorno, precario y básico, ni en las condiciones perfectas del clima o en su tecnología. Estaban puestas, con firmeza, en las semillas.

Aquí viene el secreto: Justo cuando yo mismo atravesaba un momento personal desafiante, lleno de decisiones y sueños enormes que me exigían dar pasos de fe, comprendí algo al verlos: Ellos estaban dispuestos a perder la semilla, a enterrarla sin garantías, a no volver a verla. Pero para ellos, perder esa pequeña semilla no era un acto de derrota, era un acto de valentía.

Entendí que, cuando estoy dispuesto a soltar algo con propósito, no es pérdida, es una poderosa siembra.

Recuerda: no lo perdiste, lo sembraste. No te lo arrebataron, quizás es momento de sembrar nuevamente, con el corazón abierto, de soltar y dejarlo en un lugar donde puedas verlo todo como un nuevo y mejor comienzo.

A mí me encanta conducir por la 75 rumbo a Ana María Island. Cada vez que repito ese viaje, agradezco el significado que Florida tiene en mi vida. Recuerdo que no he perdido nada: todo lo he sembrado. Y sigo viendo, semana tras semana, nuevas hojas verdes, retoños y sonidos de esperanza que me visitan y me preparan para lo mejor que aún está por venir.

He estado diciéndole a algunas personas que no vean los ajustes de la vida, y mucho menos las pérdidas, de la misma manera. Siento que el mundo nos está llamando ahora a expandirnos, sin ataduras y con un rumbo nuevo o renovado.