Geanilda Vásquez: “En la República Dominicana comenzó América, y mi aspiración es que lleguemos a ser la capital del Caribe”

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Foto crédito: Gato Rivero / Hair & Make Up: Manu Franco / Studio: Black Box Media

En el ámbito de la diplomacia, la vida de Geanilda Vásquez ha sido un recorrido de caminos diversos que convergen en una carrera que ahora florece en la vanguardia de la representación dominicana en Miami. En una entrevista exclusiva, Vásquez arroja luz sobre sus motivaciones, aspiraciones y las iniciativas transformadoras que lidera como Cónsul de la República Dominicana en Miami

Como política experimentada y empresaria destacada, Geanilda Vásquez emprendió su carrera diplomática impulsada por una pasión por el cambio y el servicio. “La vida nos guía por diversos caminos. En realidad, soy una empresaria profesional y he estado involucrada en muchas actividades; sin embargo, mi principal vocación es la política.”

Su trayectoria política abarcó años de oposición y defensa de la transformación social en la República Dominicana. Como parte de la administración del presidente Luis Abinader, desempeñó un papel crucial en la navegación de los desafíos planteados por la pandemia global de COVID-19 y los cambios geopolíticos, ocupando cargos ministeriales y participando estrechamente en procesos de toma de decisiones críticas.

“Mi experiencia como ministra fue una modalidad sumamente interesante de conexión con la gente que me permitió llenar un vacío considerable debido a las carencias históricas que han afectado a nuestros países de la región.”

Al reflexionar sobre su experiencia, Vásquez aclara el profundo impacto de su rol ministerial. Se encontró profundamente conectada con la gente, sus aspiraciones y las disparidades omnipresentes en las naciones en desarrollo de América Central. 

“Al escuchar y observar a las personas desde su interior te das cuenta de que realmente ha habido mucha negligencia. Por lo tanto, poder vivir sus experiencias y ayudarles a concretar sus sueños, ha sido significativo para mí.” Esta conexión alimentó su deseo de generar un cambio y abordar las necesidades de la diáspora dominicana, especialmente en Miami, un centro de influencia dominicana.

El compromiso de Vásquez de fomentar conexiones la llevó a asumir la posición de cónsul con una misión clara: cerrar la brecha entre la diáspora dominicana y su tierra natal. Miami, que alberga la tercera migración más grande de dominicanos, resonó como un lugar de influencia dominicana significativa. 

“Asumí esta posición con ese desafío y compromiso. Miami representa la tercera corriente migratoria más grande que emana de nuestra nación hacia el exterior. El dominicano que llega a Miami tiene la intención de aportar, invertir y establecerse, marcando una distinción respecto a otras corrientes migratorias que podrían estar buscando la reunificación familiar. Como gobierno, era de suma importancia que la diáspora sintiera que tenían un punto de contacto que los escuchara y atendiera.”

En su cargo recién asumido hace poco menos de un año, Vásquez inició una serie de proyectos transformadores. Un aspecto destacado fue una asamblea colaborativa que involucró a diversas organizaciones de la sociedad civil en Miami. Esta empresa, señala, trascendió los procesos consulares tradicionales y reveló el potencial del consulado como una entidad gubernamental local capaz de impactar positivamente en las vidas de los ciudadanos.

“A través de esta asamblea me dispuse a escuchar, y en ese proceso, nos encontramos ante desafíos de gran magnitud, y entendimos que el consulado representa algo más profundo que simplemente los procesos consulares. Se trata de un auténtico gobierno local en el cual los ciudadanos tienen la oportunidad de establecer un vínculo con su país y sentir que cuentan con un gobierno que está presente en sus vidas para inculcar valores y principios.”

Un desafío importante surgió de las identidades cambiantes de los dominicano-estadounidenses de segunda y tercera generación, que a menudo perdían contacto con su idioma y raíces culturales. Esto llevó a Vásquez a idear una estrategia integral para mantener el orgullo y la herencia dominicana, estableciendo un calendario de actividades para involucrar a la diáspora. Eventos clave como el Día de la Mujer, el Día de la Madre y las celebraciones del Día de la Independencia se identificaron como ocasiones ideales para reforzar la identidad dominicana.

“Miami es la capital latinoamericana por excelencia, ya que aquí convergen diversas culturas de toda la región. Nosotros deseamos afirmar nuestra presencia durante la Semana Dominicana, un evento que estamos planificando para febrero del próximo año.”

 

 
 
 
 
 
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Vásquez habla apasionadamente de su visión de consolidar estas iniciativas en una sólida tradición, convirtiendo febrero en un mes de herencia cultural para los dominicanos. Imagina grandes celebraciones, desfiles, exposiciones culturales y colaboración internacional para destacar la rica tradición dominicana. Habla sobre un emocionante proyecto para traer el Carnaval Dominicano, una tradición celebrada, al Festival de la Calle Ocho de Miami, fomentando una experiencia auténticamente dominicana dentro del vibrante mosaico de culturas latinoamericanas.

Su fervor se extiende a los planes de una Torre Dominicana, un símbolo de influencia y prosperidad dominicana en Miami. Vásquez imagina un hito imponente, una declaración arquitectónica adornada con los colores de la bandera dominicana, que signifique la unidad y la fuerza de la comunidad dominicana en el corazón de la ciudad.

“Siempre digo que somos como la cenicienta de Brickell debido al tamaño modesto de nuestro consulado. Sin embargo, albergamos un sueño compartido: construir una Dominican Tower. Este sueño no es exclusivamente mío; lo he encontrado previamente planteado por otros cónsules que han servido en misiones anteriores. Ahora, estamos decididos a asumir este proyecto. Contamos con el respaldo del presidente de la República para explorar posibles inversiones públicas o privadas que nos permitan erigir una imponente torre de 50 o 60 pisos, en los colores emblemáticos de la bandera: rojo, azul y blanco. Aspiramos a que esta torre sea reconocida como un símbolo de la dominicanidad aquí en Miami.”

La dedicación de Vásquez a su rol es tangible cuando describe sus extensos esfuerzos para mejorar los servicios consulares. En su búsqueda de la modernización, aspira a crear un centro de llamadas que permita una comunicación fluida con la comunidad dominicana. La automatización es un rasgo clave, con planes para digitalizar procesos, mejorando la accesibilidad y eficiencia de todos los servicios.

Al reflexionar sobre lo que significa para ella ser dominicana, describe el orgullo innato y la identidad única que los dominicanos llevan consigo, derivados de su significado histórico en la conformación de la convergencia cultural de tres continentes. 

“Tenemos que hacernos más visibles. Los dominicanos hemos estado aquí, existimos, pero no siempre somos notados. Somos parte de este entorno, aunque a veces pasemos desapercibidos. Sin embargo, estamos decididos a cambiar eso. Vamos a estar presentes y vamos a hacer que nos vean. Vamos a cultivar un sentido de orgullo por nuestra identidad dominicana y continuaremos avanzando hacia nuevos logros.”

Con una determinación inquebrantable, la gestión de Geanilda Vásquez en el consulado de Miami está esculpiendo un nuevo capítulo para la diáspora dominicana en Miami: un capítulo que encarna la identidad, la colaboración y un orgullo sin límites.