Iris ha sabido abrirse paso en el competitivo mundo inmobiliario, liderando con éxito tres empresas propias, cada una diseñada para transformar el mercado y agregar valor a sus clientes. Su visión estratégica y espíritu emprendedor la han posicionado como una figura clave en el sector, pero su compromiso va más allá de los negocios. Inspirada por su experiencia personal, está determinada a apoyar a niños y jóvenes, demostrando que los obstáculos pueden ser la base para construir un futuro sólido y exitoso.
Cuéntanos, ¿de qué país eres originaria y cómo fue tu llegada a Estados Unidos
Soy de Cuba y llegué a los Estados Unidos en 1980, cuando tenía solo tres años. Llegamos en un barco camaronero durante el Mariel, y, para ponerle un toque cómico, mi madre me contó que una señora me vio chupándome el chupón. Me dijo: «Esa niña tan linda, pero si sigues usando el chupete, se te van a poner los dientes feos”… ¡Me ofreció un dólar por él y me lo quedé sin pensarlo! Creo que desde ahí empezó mi gusto por las ventas, con tan solo tres años.
Tu infancia tuvo momentos difíciles y parecías determinada a evitar repetir algunas historias. ¿Cómo fueron esos años?
Mis padres se separaron cuando yo era pequeña, y viví en un ambiente algo complicado. Siempre tuve claro que quería algo diferente para mis hijos. Sin embargo, aún así repetí el patrón de mi madre al casarme muy joven, apenas me gradué de la escuela secundaria. Creo que lo hice porque mi mamá siempre quiso que al menos tuviéramos un diploma de secundaria, pero eso fue todo para mí. Sabía que no quería ir a la universidad. A los 18 años, ya estaba en el mundo laboral, trabajando para una empresa de títulos, y aprendí de todo. Con el tiempo, logré establecer mi camino en bienes raíces y he construido las tres empresas que hoy lidero.
El camino no fue fácil, especialmente con desafíos personales y profesionales. ¿Cómo superaste las dificultades para llegar a dónde estás?
El método de aprendizaje para mí siempre fue distinto. No podía estudiar como los demás; tenía que encontrar formas alternativas, usando otros sentidos y métodos que se adaptaran a mi manera de procesar la información. Mi aprendizaje fue, en gran parte, por observación. Cometí muchos errores, pero siempre tuve claro que los clientes son lo primero, y corregía mis fallos a mi costa, incluso si eso significaba ceder toda mi comisión. Esa ética me permitió ganar la confianza de muchos clientes, lo cuál me permitió construir mi negocio a través de referencias.
A pesar de las dificultades, logré obtener mis licencias en bienes raíces, hipotecas y títulos. Aprendí a estudiar de una forma que funcionara para mí: leyendo, grabándome y escuchando mis propias grabaciones. No veo mis diferencias como obstáculos, sino como una perspectiva única que me ha permitido diferenciarme.
Actualmente lideras a un equipo amplio. ¿Cuál es tu filosofía de liderazgo?
Me importa cada miembro de mi equipo; los apoyo tanto en lo profesional como en lo personal. Los motivo y reconozco su esfuerzo. Soy alguien a quien pueden acudir y, si hay algún error, mi enfoque no es de castigo, sino de guía. Los he apoyado siempre sin elevar la voz; para mí, liderar es compartir conocimiento y trabajar en equipo. Aquí cocinamos juntos, nos reímos, y eso crea un ambiente único en el que todos se sienten valorados.
¿Cómo manejas la presión de liderar tres empresas? ¿Tienes algún método que te funcione?
Escribo todo y organizo mis tareas en dos listas: lo urgente y lo que puede esperar. Antes, no delegaba y asumía toda la carga, pero aprendí a confiar en mi equipo, y eso ha sido clave. He aprendido a rodearme de personas que sumen y me apoyen, no solo en el trabajo, sino también en mi vida personal.
Hoy en día, ¿cómo defines el éxito? ¿Ha cambiado tu concepto a lo largo del tiempo?
Definitivamente. Antes pensaba que el éxito era tener dinero, casas, y coches, pero hoy creo que el verdadero éxito es ayudar a otros y ver sus rostros de felicidad. Para mí, dar se ha convertido en una fuente inmensa de satisfacción, y no lo cambiaría por nada material. En este punto de mi vida, siento una paz y una plenitud increíbles, y eso es algo que valoro mucho más.
Para terminar, ¿cuál es tu próxima gran meta?
Quiero seguir creciendo, pero también dar más. Quiero dejar un impacto, especialmente en la vida de los niños y jóvenes. Espero que mi historia inspire a otros y que puedan ver que, aunque el camino no es fácil, con dedicación y esfuerzo, se pueden superar todas las adversidades. ¡Y por supuesto, seguiré aprendiendo y creciendo junto a mi equipo!
