THE INSULT

(EL INSULTO)


LOS AZARES DE LA SOBERBIA: Este viernes 9 de febrero tendrá su estreno comercial en el MDC’s Tower Theater de la calle 8, la cinta franco-libanesa El insulto (2017), dirigida por Ziad Doueiri.

(Entrevista exclusiva con Ziad Doueiri, director del filme libanés El Insulto).

Ziad Doueiri director de la cinta El Insulto.

Texto por Rubens Riol

En la víspera de la entrega de los premios Óscar -a celebrarse el próximo 4 de marzo- para los cuales obtuviera una senda nominación en el apartado de Mejor Película Extranjera. Momento histórico para el cine libanés, ya que es la primera vez que una película de esa nacionalidad goza de la estimación de la Academia. La cinta, tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Venecia, donde Kamel El Basha, recibió la CopaVolpi por su desempeño actoral, pero ha itinerado también por festivales como los de Toronto, Chicago y Panamá, gozando del favor del público y la prensa.

En la Beirut contemporánea, una simple disputa entre Tony (Adel Karam), un cristiano libanés y Yasser (Kamel El Basha), un refugiado palestino, que intenta reparar una tubería de desagüe, deviene en una cadena de acontecimientos desafortunados que va desde la agresión verbal y física hasta el enfrentamiento en los tribunales, convirtiéndose el caso en un circo mediático que remueve viejas heridas de una nación dividida por la religión y la historia; al tiempo que los protagonistas luchan contra los traumas del pasado, los recuerdos de la Guerra Civil, e intentan reconciliarse muy a pesar de sus valores y creencias, entre ellos, el orgullo y la hombría.

Para comprender mejor esta interesante parábola -que discursa sobre temas como el egoísmo, el perdón, la justicia, la legalidad, la burocracia, el fraude, la intolerancia, los crímenes de odio, la violación de los derechos humanos, el terrorismo y la humillación cultural- Imagen Miami aprovechó la visita de Ziad Doueiri a los Estados Unidos para intercambiar con él algunas ideas sobre el guion, el rodaje, y los actores de esta película de actualidad tan necesaria; que ojalá sirva para el diálogo fraterno entre las distintas facciones étnicas y religiosas de ese país del Oriente Próximo, que limita al sur con Israel y al noreste con Siria.

A propósito de la nominación al premio Óscar, indagué: “Cuando hiciste la película, ¿pensaste que llegaría tan lejos?, a lo que respondió: “No lo esperaba en absoluto. No creíamos que las autoridades libanesas nos permitieran realizar siquiera el estreno. Mi película anterior The Attack (2012), fue prohibida en 22 países por haberla filmado en Israel. Pensé que la censura se derramaría sobre esta también, si el B.D.S. (boicot, desinversiones y sanciones), lanzaba una nueva campaña para evitar que esta fuera estrenada en el Líbano. Si eso hubiera sucedido, las autoridades libanesas no la habrían elegido para los Óscar. Tuve suerte esta vez”, expresó el cineasta en un tono de alivio y satisfacción.

Luego quise saber cómo surgió el guion y si estaba relacionado con alguna experiencia personal: “La idea fue desencadenada por un incidente similar al de la película. Estuve viviendo hace unos años en Beirut y me involucré en una disputa verbal con un trabajador de la construcción. El incidente se resolvió rápidamente con una disculpa. Pocos días después me preguntaba que habría sucedido si ese intercambio de insultos no se hubiese solucionado en realidad, sino que se complicó aún más. ¿Qué pasaría si se involucra el jefe de la empresa, luego la policía, y más tarde el juez hasta llegar a la Corte Suprema? ‘Me pregunté si esto era posible en Beirut’, y la respuesta fue, ‘desde luego que sí’, pues una simple palabra puede salirse de control y llevar al país al borde de la Guerra Civil”; explicó detalladamente el entrevistado, a lo que agregó, “mientras crecía en Beirut durante la Guerra Civil y transitaba hacia la adolescencia, fui testigo de cómo las cosas se me escapaban de las manos, y estoy hablando de cosas que ocurrieron en mi vida diaria como ir a la escuela, obtener pan en una panadería o ser detenido en los puestos de control. En momentos de conflicto, la injusticia ocurre, incluso en la confrontación más banal. El insulto trata de la búsqueda de justicia. Y sobre la dignidad”, resumió.

Ziad Doueiri (1963) es director de cine y guionista de origen libanés, que abandonó su país durante la Guerra Civil para venir a estudiar a los Estados Unidos, donde comenzó a desarrollar su carrera -nada más y nada menos que- como asistente de cámara de Quentin Tarantino en filmes de culto como Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994), From Dusk Till Dawn (1996) y Jackie Brown (1997). “Ciertamente, trabajar con Quentin fue único en tanto pude apreciar cómo su entusiasmo llegaba al set, a los actores y al proceso de narración de historias. Está tan en su elemento que te alienta a ver que puedes ser tan ecléctico en tu forma de dirigir sin caer en las trampas de un set de películas. Además, sus personajes son compulsivos. Sin límites. Fue interesante para mí verlo trabajar porque lo primero que notas es a él mismo. Aprendí de cada película en la que trabajé con él”, manifestó Ziad con especial cariño, quien luego emprendió su camino como cineasta en Los Ángeles dirigiendo sus propios filmes como es el caso de los multipremiados West Beirut (1998) y Lila Says (2004), hasta que regresa a su país natal en 2011, y filma The Attack (2012), una excelente película, que sin embargo, tiene récord de censuras por razones puramente políticas.

Pero aún quedaban más interrogantes sobre esta interesante propuesta: ¿Por qué elegiste un drama judicial como subgénero para contar la historia? ¿Tal decisión tiene que ver con que algunos miembros de tu familia sean abogados? ¿Acaso 12 Angry Men de Sidney Lumet es una influencia directa o hay más de una referencia?, a las cuales respondió con absoluta sinceridad. “Sabía desde que tomé las primeras notas que iba a ser un drama judicial. Sentí que era la plataforma correcta. Teníamos un caso legal y un enfrentamiento entre dos personajes enojados que recurren al sistema legal para resolver su conflicto. Siempre fui un gran admirador de los dramas judiciales (género perfeccionado por el cine estadounidense)”, a lo que añadió una larga lista de referentes.  “Vi 12 Angry Men (1957) y The Verdict (1982), ambas de Sydney Lumet; Inherit the Wind (1960), Judgment at Nuremberg (1961), una de mis películas favoritas de todos los tiempos; Kramer vs. Kramer (1979), Class Action (1991), The Story of Qiu Ju (1992) de Chang Yimou; Philadelphia (1993) y muchos otros. Pero también Memories of Murder (2003), y lo creas o no, hasta Rango (2011), tuvo una gran influencia en mí”.

Por otra parte, destacó: “crecí en una familia de abogados y jueces. Mi madre es abogada y todavía lo practica a sus 80 años. Ella es activista, lucha por el derecho de las mujeres en contra de la circuncisión femenina y porque tengan el derecho de transmitirles la ciudadanía a sus hijos. Mis tíos eran jueces, uno de ellos de la Corte Suprema. Los asuntos legales eran discutidos a menudo en la cena. Haber crecido en la Guerra Civil y emigrando a los Estados Unidos, también debe haber jugado un papel en la configuración de la historia”, confiesa con una sombra de orgullo por sus orígenes y su educación, los cuales han contribuido a un tiempo a formar su carácter como artista y su sentido de compromiso social.

Después hablamos sobre el proceso de casting y la dirección de actores, como siempre, Doueiri fue bastante generoso con sus respuestas: “regresé a Beirut después de 20 años de ausencia. Para entonces ya había surgido una nueva generación de actores, así que yo mismo tuve que salir a buscarlos. Adel Karam, que interpreta a Toni Hanna, es comediante. Él tiene su propio programa de entrevistas. Kamel El Basha, quien interpreta a Yasser, vive en Jerusalén. Ir a Jerusalén hubiera sido problemático para mí, por lo que terminé haciéndole el casting por Skype. Y en el caso de Rita Hayek, quien interpreta a la esposa de Toni, este fue su primer papel en una película”. Más adelante profundizó, “pero el rol más complicado y difícil de encontrar fue el del abogado. Es difícil encontrar actores en Líbano por encima de los 60 años. Camille Salameh era un actor muy respetado y profesor de arte dramático en la universidad. Lo vi como Ed Concanon, el personaje de James en The Verdict, interpretado por James Mason. El profesor Camille Salameh, como lo llamamos, estuvo brillante (la abogada de la película interpretada por Diamand abou Abboud era su alumna). Creo que él tuvo el papel más difícil, el personaje más controvertido. Él reflejó mis propios pensamientos sobre todo el asunto. Él era yo, él era mi voz, mi respuesta al B.D.S. Escribí el papel del abogado para desquitármela con ellos después de que prohibieron The Attack. Fue mi refutación al terrorismo cultural y al fascismo de izquierda que se apodera del Líbano y Palestina. Trabajar con todos estos actores fue puro placer”, expresó, al tiempo que hacía catarsis. 

Esta historia sobre la subestimación cultural, la firmeza de los principios, la relatividad de la razón y la verdad, que manifiesta las tensiones históricas entre judíos y palestinos (donde el agresor deviene víctima y viceversa), compone un cuadro agudo sobre ese flagelo social que es la xenofobia, y la repercusión mediática que puede tener hoy en día un comentario simple, pero lleno de odio como: “Yo quisiera que Ariel Sharon los sacara a todos de aquí”. A propósito de la discriminación uno de los personajes le pregunta a otro durante el juicio: “¿crees que los únicos oprimidos son los armenios, curdos, gays, gitanos, artistas y vendedores callejeros?”, “todos padecemos, el sufrimiento no es el monopolio de nadie”.

El insulto, es una película seria, cuestionadora, analítica, con inquietudes similares al cine de Asghar Farhadi. Es una lección de humanidad con mayúsculas, un poema sobre la aceptación, un himno de paz. Su progresión dramática sin frenos arrastra nuestras emociones como una avalancha hacia el abismo. Dejar de verla es irse a dormir sin una almohada donde blanquear nuestra conciencia, para espantar los prejuicios y las miserias más intrincadas. El director concluyó diciendo “Me gustaría poder estar en Miami para hablar directamente, pues disfruto mucho compartir historias con el público. Gracias por asistir”.