MALTA: EL MEJOR SECRETO DE EUROPA


 Gozo island – Malta

Texto por Dan Gamboa

Malta despierta la curiosidad de algunos por ser esa pequeña isla parte de la Unión Europea y como destino, se ve devorado por las hermosas postales de Francia, Italia o España quedando fuera de la típica ruta del viaje a Europa. Pero llega a condensar en tan pequeño territorio, muchos lugares únicos y auténticos que por su tamaño y extensión, resultan increíble las pequeñas distancias a recorrer para conocerlos. 

Malta es un pequeño país a la merced del Mar Mediterráneo, entre Europa y África, dividido en tres islas principales y un puñado de pequeñas. Cuenta con 312 km2 de extensión lo que lo hace uno de los más pequeños del mundo. Para poder dimensional su tamaño, Malta la isla principal y homónima del país, es tan grande como el casco urbano existente entre Miami y Fort Lauderdale. 

Llegar a Malta puede hacerse desde casi cualquier ciudad de Europa, como Barcelona, Roma, o París, en vuelos particularmente económicos por Air Malta o Vueling, por ejemplo. El aeropuerto está muy bien conectado con el resto de la isla vía transporte público, el cual es muy confiable y preciso con sus horarios.

Caminar es la mejor opción para recorrer las ciudades y pueblos. Sin embargo, use bloqueador solar y esté siempre hidratado. Si piensa rentar un auto, recuerde que en Malta se conduce por la izquierda. Desde el aeropuerto puede encontrar oficinas para renta.

Un archipiélago a la suerte. 

Habitada desde el 5200 a.c, Malta ya despertaba el interés de agricultores y pescadores de ambos continentes que comenzaron a poblar este peñasco mediterráneo. La isla tiene como testigos varios templos megalíticos que rivalizan fácilmente con los dólmenes y menhires de los vecinos del norte o hipogeos como Hal Sifrieni, joya de la arqueología del mundo por su extensa red de túneles y tumbas. Toda su historia está marcada por una mezcla extraordinaria entre árabes, napolitanos, sicilianos, españoles e ingleses que marcaron profundamente su cultura: su dominio estuvo en manos de la corona de Aragón, La Orden de San Juan de Jerusalén (hoy conocida como Orden de los Caballeros de Malta), Napoleón y hasta su independencia, por el Imperio Británico.

Justamente esta trashumancia de culturas ha hecho de la isla un crisol de estilos, idiomas y gastronomía. La Valeta, su capital, es una joya ocre que irrumpe el horizonte elevando cúpulas y torres en uno de los países con más presencia católica de Europa. Ejemplo de ello, la Concatedral de San Juan, joya del barroco que posee en su interior obras del mismo Caravaggio cuando residió a principios del siglo XVII. Sus calles, un ondulante ritmo de balcones y cornisas que serpentean sobre las pendientes de la península en que se asienta, son refugio de capillas, imágenes y heráldicas de familias pudientes que florecieron en riquezas en una de las islas más inhóspitas para crear un país, ya que Malta no posee ríos y a duras penas, hay árboles en su suelo.

Si bien, la agonía en el paisaje que deja la silueta de La Valeta es suficiente para quitar el aliento, otras como Mdina, ubicada a pocos minutos, puede evocar juglares con su muralla sobre los bosques bajos que la rodean. Llamada “la ciudad del silencio”, Mdina es un laberinto de callejuelas estrechas cuyo mayor bullicio son algunos maullidos en algún claro de la trama urbana o la conversación de dos ancianas mientras podan una veranera. Un lugar ideal para recorrer tomados de la mano, en la soledad de la noche.

Republica de Malta, Palacio Presidencial en Valeta

La magia de lo inhóspito.

Además de las ciudades y las ruinas, Malta exhibe el esplendor de lo agreste sin pena ni vergüenza, transformando la aridez en una cualidad que enriquece el paisaje. Gozo, la segunda isla más grande del país a la cual se llega en ferry en un viaje de 30 minutos, es un paraje inhóspito que se escurre entre enormes basílicas y profundos acantilados como los de Dwejra. Sin embargo, las playas de Malta al ser las más septentrionales del continente europeo representan uno de sus mejores destinos. Comino, una diminuta isla cerca de Gozo, posee playas con una gama de azules y verdes que se escapan a cualquier fotografía como Blue Lagoon, una piscina natural que puede atravesar a pie fácilmente para ir a otras islas cercanas.

Debido a que era colonia británica, las personas en la isla hablan inglés aunque en puede toparse con habitantes que hablan exclusivamente maltés, principalmente en el interior o en las islas. Está estrictamente prohibido entrar a las iglesias en bermudas, camisas sin mangas o calzado inapropiado. No sobra señalar que es ilegal hacer nudismo y topless en las playas.

Sin ir lejos, en Sliema o en San Ġiljan, cerca de La Valeta y conocidos centros de vida nocturna, también hay playas aptas para bañarse en pleno casco urbano y como se menciona atrás, durante la noche puede relajarse entre los bares de Paceville donde seguramente conocerá a personas de todo el mundo, curiosas, sorprendidas de la riqueza cultural del país: parejas, estudiantes, mochileros o empresarios. Todos, como en los viejos tiempos, convergiendo aquí.

Cada escenario de la isla es único y al mismo tiempo, excepcional. Una playa turquesa viva como las de Comino, una iglesia en el paisaje en Gozo, una noche de copas con esa persona que amas en San Ġiljan o un atardecer en La Valeta hacen de este país uno de los mejores secretos de toda Europa, un escenario romántico sacado de la imaginación de un guionista y un viaje inolvidable que al regresar, no parará de compartir con sus amigos. Porque eso es Malta, un país único para personas que quieren atreverse a ir más allá.